La tecnología evoluciona a un ritmo vertiginoso, transformando la manera en que trabajamos, aprendemos y accedemos a servicios esenciales. Sin embargo, este proceso no beneficia a todos por igual. Aunque el 80 % de la población mundial tiene acceso a Internet, la mayor parte reside en países desarrollados. Por el contrario, en los países menos avanzados, solo una de cada cinco personas puede conectarse.
Esta desigualdad en el acceso, uso y aprovechamiento de las tecnologías digitales entre diferentes grupos sociales se conoce como brecha digital. En este artículo, analizamos en qué consiste la brecha tecnológica, quiénes son los más afectados y qué iniciativas se han puesto en marcha para revertir esta situación.
¿Qué es la brecha digital?
La brecha digital se refiere a la desigualdad en la capacidad de personas, comunidades, estados o países para acceder y utilizar las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Este desequilibrio se presenta en tres niveles:
- Brecha de acceso: Hace referencia a la disponibilidad de dispositivos tecnológicos y a la conexión a Internet. Según un estudio reciente de la Fundación Ferrer i Guárdia, en los hogares españoles con ingresos inferiores a 1100 euros mensuales, solo el 79,1 % tiene acceso a Internet y un 50 % posee un ordenador. Por el contrario, el 99 % de las familias con una renta superior a los 2700 euros tienen acceso tanto a la tecnología como a los dispositivos.
- Brecha de uso: Abarca las diferencias en la capacidad de las personas para utilizar eficazmente las tecnologías, lo que suele depender del nivel de alfabetización digital. La brecha digital no trata solo del acceso al equipamiento, sino del desarrollo de las habilidades y competencias necesarias para sacar a las nuevas tecnologías todo su potencial. Los estudios reflejan que el 43,1 % de las personas en situación de vulnerabilidad tienen muy pocas o ninguna habilidad digital.
- Brecha de aprovechamiento: Se refiere a como el acceso y el uso de las tecnologías se traducen en beneficios concretos para las personas. Estas desigualdades en la utilización pueden acentuar las diferencias entre los distintos grupos sociales y crear nuevas formas de exclusión. En España, esta brecha se manifiesta en diversos grupos poblacionales, influenciada por factores como la edad, el nivel educativo, el género y la ubicación geográfica.
¿A quién afecta principalmente?
La brecha digital de acceso y capacidad de uso de redes afecta especialmente a aquellos colectivos más vulnerables y actúa como un nuevo factor de desigualdad.
- Desigualdades geográficas: A pesar de los avances de los últimos años, las zonas rurales todavía enfrentan desafíos en términos de infraestructuras y calidad de la conexión, lo que limita el acceso efectivo a servicios digitales y el desarrollo de las competencias necesarias para aprovechar las ventajas de la digitalización. Un estudio de European Anti-Poverty Network (EAPN) señala que solo el 33 % de las personas que viven en el campo tienen acceso a la fibra óptica, frente al doble (62 %) del resto del país.
- Brecha de género: El uso de Internet en mujeres y hombres se ha generalizado y se han reducido desigualdades, aunque todavía existen diferencias. El Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI) señala que, en 2023, el 37,3 % de las mujeres en España tiene habilidades digitales inferiores a las básicas, tres puntos más que los hombres. Esta realidad coloca a las mujeres en una situación de desventaja a la hora de acceder a las oportunidades que derivan del uso de las tecnologías digitales y afecta a la sociedad en su conjunto, ya que no aprovecha el potencial de todas las personas que la conforman.
- Brecha sociodigital: Las diferencias socioeconómicas entre las personas y los países también afectan a la capacidad de acceder a Internet o a los dispositivos digitales. En la actualidad, más del 80 % de los hogares en los países desarrollados tiene acceso a Internet, mientras que en los países en desarrollo dos tercios no lo tienen, según datos de las Naciones Unidas. Esta circunstancia también se da en España, donde la brecha digital afecta especialmente a los hogares con menores ingresos y niveles educativos más bajos.
Consecuencias
La brecha digital no solo implica desigualdad tecnológica, sino que también perpetúa otros problemas sociales, acrecentando la fragilidad y el aislamiento de los grupos sociales más vulnerables.
En el caso de las personas que viven en entornos rurales o las de edad avanzada, la falta de acceso a Internet acrecienta la incomunicación y la soledad. Por otro lado, en el ámbito del desarrollo personal, la falta de herramientas tecnológicas dificulta el acceso a la enseñanza y la posibilidad de optar a empleos mejor cualificados que requieren conocimientos digitales. Finalmente, el hecho de que muchos procesos y servicios pasen por la digitalización hace que personas en situación de riesgo de exclusión no puedan realizar trámites y gestiones que necesitan, agudizando su vulnerabilidad y condición de desamparo.
¿Cómo reducir la brecha digital?
La brecha tecnológica afecta a la sociedad en general y a su capacidad para generar valor a través del talento de todas las personas que la conforman. Por este motivo, organismos nacionales e internacionales han puesto en marcha políticas que contribuyan a reducir la brecha digital.
Así, la Hoja de Ruta para la Cooperación Digital de la ONU promueve el acceso global a Internet para 2030. Por su parte, la Estrategia Digital Europea reconoce la necesidad de fomentar la implantación de tecnologías digitales para impulsar una economía justa y competitiva. En España, la Agenda Digital 2025 establece la capacitación digital entre sus diez ejes prioritarios, con el objetivo de reforzar las competencias digitales de las personas trabajadoras y del conjunto de la ciudadanía. Además, el gobierno ha realizado inversiones significativas en la expansión de la fibra óptica y en el desarrollo de políticas públicas estratégicas.
En el ámbito privado también podemos contribuir a reducir las desigualdades tecnológicas. Una manera sencilla de aportar nuestro granito de arena es formando a nuestros mayores en el uso de las nuevas tecnologías. También podemos donar los dispositivos digitales que no usamos a centros educativos, organizaciones no gubernamentales o asociaciones de vecinos.
Como has podido comprobar, la brecha digital es un gran desafío, pero no insuperable. Con el trabajo de las administraciones y la cooperación de toda la sociedad se están logrando avances significativos y el número de usuarios de Internet aumenta cada año. De este modo, avanzando conjuntamente, logramos sociedades más equitativas, donde la tecnología esté al servicio de las personas, sin importar su origen o condición económica.